PRIMERA INCURSIÓN CONQUISTADORA ESPAÑOLA

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  • Última modificación de la entrada:14/03/2024
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Por: Enrique Herrera Enríquez.

Hace cuatrocientos ochenta y nueve años, el conquistador español don Sebastián de Belalcázar, teniente de gobernador y capitán de la provincia de Quito, luego de tener conocimiento de la que para aquel entonces comienza a figurar como la “Leyenda del Dorado” de acuerdo con los datos que diera el indígena Muequeta, oriundo de Cundinamarca, donde según se ha dicho un cacique tiene como ritual sumergirse en una laguna cubierto su cuerpo en polvo de oro, decide a partir del mes de febrero de 1535,  ordenar la incursión hacia el norte de Quito para conquistar y someter  a las tribus que se encuentre en el camino, iniciando así la conquista del suroccidente de nuestro país, tema que analizaremos a continuación trayendo a referencia datos del libro de Cabildos de Quito, denominado también el Libro Verde de Quito.

El historiador Álvaro Gomezjurado Forero, trae una interesante disertación sobre el proceso de conquista de los primeros españoles que cruzan el territorio del actual departamento de Nariño, donde se hace un pormenorizado estudio al respecto que a continuación se trascribe en sus apartes más destacables agregando de nuestra parte comentarios y documentación al respecto.

“Desde los tiempos del Inca Huayna Capac, el límite norte del Tahuantinsuyu fue fijado en el rio Grande de Quillasinga, denominación que correspondía al río Carchi, desde su nacimiento en el volcán nevado de Chiles hasta su confluencia con el rio Angasmayo,  El rio Carchi, El Pastas es el histórico Guáitara, cuyo nombre seria puesto por parte de los conquistadores en conmemoración a una región del Perú, donde fue vencido Diego de Almagro, que era parte de la provincia de este nombre y se ubica al norte del Cuzco.

El Alcalde de la villa de Quito, Diego de Tapia, atendiendo las ordenes de Belalcázar, marcha comandando la expedición en reconocimiento de los territorios situados al norte de ella, según consta en Acta de Cabildos de Quito del 15 de Febrero de 1.535. Avanza por la VÍA DE QUILLA¬SINGA, existente entre la villa de Quito y el rio Carchi y llega hasta la se¬rranía que divide la confluencia de las aguas, en sus respectivas vertien¬tes, hacia los ríos San Juan y Carchi, y, SIN PASAR DELANTE de este punto, regresa a Quito donde se hace presente a la sesión de Cabildo del 29 de Marzo de 1.535, en cuya Acta queda constancia de que tal expedición ha recorrido los territorios de la provincia de Quito que se extienden «… por la vía de quillasinga hasta el Rio Grande de Quillasinga…» .

Como inmediata consecuencia de tal expedición, Belalcázar efectua¬rá el repartimiento de tierras y de encomiendas de indígenas situados y aposentados en la VÍA DE QUILLASINGA, existente entre los propios y ejidos de la villa de Quito y el rio Carchi, que, de tiempo atrás, pertene-cían a la provincia de Quito. De tales repartimientos y encomiendas queda constancia en Acta de la sesión del respectivo Cabildo fechada a 28 de Ju¬nio de 1.535, la cual, en lo pertinente expresa: «…luego el dicho señor capitán y teniente susodicho…. dijo…. que señalaba y señaló por términos e jurisdicción de esta dicha villa de San Francisco de Quito todos los pue¬blos y provincias que el señor capitán Belalcázar señaló en depósito y repartimiento a los vecinos de esta dicha villa que se entiende es hasta…. y por la vía de Quillasinga hasta el rio grande de Quillasinga, norte sur, que es donde llegó el dicho .señor teniente por mandato del dicho señor capi¬tán, y dejó tomada la posesión de ello y aquello y lo demás que el dicho señor teniente tomó posesión y descubrió y dejó pacífico, el señor capitán repartió a los vecinos de esta  villa…»

De lo consignado en la citada Acta de Cabildo de Quito se colige lo siguiente: 1.) Que el Teniente Diego de Tapia, al avanzar en expedición por la VIA DE QUILLASINGA, llegó hasta el rio Grande de Quillasinga, es¬to es, que JAMAS pasó al norte del rio Carchi y, en consecuencia, NO EN¬TRO, ni una sola pulgada, en territorio Quillasinga o «no conquistado». 2.) Que el Teniente Diego de Tapia, tomó posesión de los territorios, hasta antes no administrados ni repartidos, existentes entre la villa de Quito y el rio Carchi, a los cuales descubrió y pacificó y dio por conquistados, y los que fueron repartidos por el Capitán Belalcázar entre los vecinos de la villa de Quito, y 3.) Que el Cabildo de Quito fija como límite de jurisdicción de tal provincia, en el norte, el Rio Grande de Quillasinga, esto es, en el río Carchi, actual Guáitara.

Como consecuencia de las ante citadas determinaciones del Cabildo de Quito, queda establecido, oficialmente, que todo lo situado al norte del río Carchi recibe la designación genérica de QUILLASINGA, la cual mantendrá para los territorios y naciones aborígenes, hasta tanto no sean conquistados. Esta acepción genérica dada al término «quillasinga» pre¬valecerá en las Actas del Cabildo de Quito y ella será empleada, por los ca¬bildantes y Belalcázar, como se consigna en Acta de 7 de Julio de 1.537 entre otras muchas, por Francisco Pizarro en sus Provisiones, al igual que por don Lorenzo de Aldana, como por Pedro de Puelles, Rodrigo De Ocampo, Díaz de Pineda, Rodríguez y, en general, por los demás conquistadores del Sur.

En consideración al concepto genérico, oficialmente adoptado, del «quillasinga», debe AFIRMARSE que el primer español que pe¬netra a territorio Quillasinga es el Capitán Pedro de Añasco, quién es el primero que, al mando de una expedición, avanza al norte del rio Carchi, sitio hasta el cual había llegado anteriormente Diego de Tapia. La primera expedición a El Dorado en Cundinamarca, cuya vanguardia capitanea Añasco, está compuesta por tropas españolas y un gran número de yanaconas e indios auxiliares quiteños, siendo guiada por el indígena chibcha que Luis Daza había tomado prisionero en La Tacunga, de nombre o identificado como Muequeta y de cuyo relato sobre el Cacique de Guatavita, del cual era súbdito y en su decir embaja¬dor, nació el mito de EL DORADO a cuya conquista marcha la expedi¬ción enviada desde Quito por Belalcázar.

La indicada expedición debió salir de Quito en los primeros días del mes de Abril de 1535, pues que en Acta de sesión del Cabildo de Quito, del cual Añasco es Regidor, de 29 de Marzo de 1.535, se consigna la futura  marcha de Añasco al norte del término de la indicada villa. Pedro de Añasco, con cuarenta infantes e igual número de jinetes y acompañado de un buen séquito de auxiliares indígenas, cruza el rio Carchi y acampa en algún lugar de la provincia «quillasinga» habitada por los aborígenes de raza Pastu, posiblemente en un sitio comprendido entre los ríos Carchi, Sapuyes y Angasmayo, que corresponde a territorios que, más adelante, pertenecerían a las posteriores y ya extinguidas provincias de Túquerres y Obando.

Desde tal campamento o Real, Pedro de Añasco despacha hacia Quito un es¬cuadrón de cinco soldados de a caballo, en solicitud de auxilios para continuar su marcha hasta El Dorado en Cundinamarca. Según la relación anónima, existente en el Archivo General de Indias, se puede comprender que no logró siquiera la pacificación de los aborígenes pastus que encontró en su derrotero, puesto que envió al ante citado es¬cuadrón “… muy a la ligera y que pasaran de noche por las poblaciones…». Belalcázar, ante el retorno de Alfonso Lobón, García Noble, Francisco Fer¬nández Rapozo y dos compañeros más, quienes componían el escuadrón enviado por Añasco, resolvió «… enviar más gente y así mandó a apercibir al capitán Juan de Ampudia, Alcalde que era, se aprestase y fuese con más gente de a pié y de a caballo hasta donde estaba Pedro de Añasco con la que tenía y la tomase toda en sí y con la una y otra pasase adelante y así lo hizo y junto toda fue hasta el río de Cali…».

Una antiquísima tradición, existente entre los pueblos de Sapuyes, refiere que los castellanos capitaneados por Añasco, acamparon en terri¬torio habitado por la tribu Paguayes, cuyo Cacique Sapuyana fundó, con posterioridad, a la indicada población, cuando tal régulo era dependiente del cacique de Colimba. De ser cierta la tradición, que concuerda con la ru¬in histórica de tal expedición, fácil les sería a los españoles, una vez unifi¬cadas las tropas de Añasco y Ampudia, avanzar por la margen sur del rio Sapuyes hasta la tributación de éste en el antiguo Angasmayo, llegar a la confluencia del rio Carchi, y, después de atravesarlo, continuar por el sur del Angasmayo de nuestros días hasta encontrar el cerro del Precipicio, desde el cual descenderían a las cabeceras del rio Guamués y de este pun-to  marchar hasta Sibundoy. Aquella tradición fue recogida por el historiador ecuatoriano Ernesto Sáenz de Viteri.

PRESENTACIÓN SEGUNDA PARTE DEL PROGRAMA.

Queda plenamente establecido de acuerdo con el libro de Cabildos de Quito que el primer conquistador español que llega a nuestro territorio sin atravesarlo es Diego de Tapia, lo hace hasta orillas del Rio Quillasinga, hoy Guaitara en su parte alta que se conoce como Chiles. Posteriormente con la información que se tiene de la región incursiona Pedro de Añasco y espera a que llegue con refuerzos don Juan de Ampudia para continuar más hacia el norte, en busca del El Dorado a que hiciera alusión el indio de Cundinamarca Muequeta. Veamos más pormenores de esta incursión conquistadora española por nuestro territorio.

PALABRAS DE ENRIQUE.

SEGUNDA LECTURA.

Juan do Ampudia, enviado con tropas y yanaconas, en auxilio de Pedro de Añasco que lo esperaba, quizá por Sapuyes, debió salir de la villa de Quito en los primeros días del mes de Junio de 1.535, pues en Acta del Cabildo de 31 de Mayo del indicado año, se deja constancia de aquella futura salida del Alcalde de Quito, Ampudia; en tanto que en la sesión de 11 de Junio es designado, para reemplazarlo, Juan Díaz Hidalgo. La hueste es¬pañola capitaneada por Juan de Ampudia, lleva órdenes EXPRESAS y EXPLͬCITAS de juntarse con la de Añasco, y, sin detenerse, marchar, bajo la di¬rección de aquel, en forma INMEDIATA, delante del territorio de los Pastos y avanzar hacia El Dorado, es decir hasta territorio de Cundinamarca.

Posiblemente, a finales de Junio de 1.535, una vez unificadas las fuerzas expedicionarias de Pedro de Añasco y Juan de Ampudia y guiados por el aborigen chibcha Muequeta, subdito del Guatavita, tomando la ruta al oriente, desde Sapuyes, y quizá por Iles, avanzan hasta el actual rio Guáitara para ascender por el boquerón de Angasmayo, coronar la altura y descender hacia las cabece¬ras del rio Guamués por el boquerón de Rio verde, para continuar por la estribación del Patascoy y presentarse en el valle de Sibundoy, lugar en el cual descansan veinte días.

A pesar de las protestas del guía chibcha que los conduce por el camino de El Dorado, hacia su nativa Guatavita en Cundinamarca, Añasco y Ampudia resuelven, desde Sibundoy, marchar al este para efectuar una de sus tantas correrías de rapiña, y llegar hasta las regiones de Mocoa, llamadas de Paría, de donde, después de sus depredaciones, tornan a Sibundoy, para continuar por la ruta que señala el guía.

Siguiendo la estribación oriental del Bordoncillo, son conducidos, por el cerro, de Juanoy, a las cabeceras de los ríos Tajumbina, Negro., y rio Caliente o Juanambú llamado también Guambuyaco, junto al Páramo de Tajumbina, lugares éstos desde los cuales avanzan hasta el rio Mayo, en territorios de la parcialidad indígena de Mamendoy hoy en regiones de La Cruz.

El nombre de| Juanambú se atribuye a un apócope de Juan de Ampudia, “porque antiguamente en la parte alta era escrito Joan Ampud y luego Joan Ambur, y en la baja, cerca al Tambo Pintado, rio Caliente, dice el historiador José Rafael Sañudo.

Una antiquísima tradición, profundamente arrai¬gada entre las gentes del actual Municipio de La Cruz, reza que la hueste española, bajo la comandancia de Pedro de Añasco y Juan de Ampudia, se presenta en sus regiones hacia los meses finales del año 1.535; esta tradición, confirmada por la realidad histórica en cuanto al recorrido de tales expedicionarios, ha sido recogida por los historiadores José Rafael Sañudo en  sus “Apuntes sobre la Historia de Pasto” y Jorge Buendía N. en “La Cruz del Mayo”, entre otros.

El «camino de El Dorado», por el cual marcharon desde Quito las tropas  capitaneadas por Añasco y Ampudia, en su sector comprendido entre el actual rio Guáitara y Sibundoy, fue recorrido, a principios del siglo presente, por el Ingeniero don Miguel Triana, quién partiendo de las márgenes del ante citado rio (1.850 Mtrs.), desde donde encontró las ruinas de una fortaleza precolombina en Chitarrán hasta el boquerón de Angasma¬yo (2.540 Mtrs.), transmontó la cordillera (3.400 Mtrs.), para descender, por la cuenca del Rioverde hasta la desembocadura de éste en el rio Guamués. A esta parte del camino de El Dorado, la cual don Miguel Triana llama «la trocha de Rionegro», se refiere en los siguientes términos: «… Este es el paso más corto de la cordillera, pues las doce leguas próxima¬mente se las vence, desde Puerres hasta el plan de la llanura pasando por el boquerón de Rioverde, con ascenso y descenso de cuchillas continuas de escalonamiento…». Agrega éste au¬tor, que hacia principios de siglo, «la trocha de Rionegro» era de común y corriente utilización por los caucheros de la época, quienes viajaban desde Ipiales hasta las selvas del bajo Putumayo. Igualmente, el Ingeniero Triana, hace relación al camino de comunicación, existente desde tiempos inmemoriales, entre Sibundoy y el páramo de Tajumbina, el cual, afirma hacia el año de 1.900 era regularmente transitado por las tribus aborígenes aposentadas en cada una de ellas.

La expedición que comanda Belalcázar, siguiendo la ruta trazada por sus capitanes Añasco y Ampudia, está conformada por doscientos  infantes españoles, ochenta jinetes y cerca de cuatro mil yanaconas e Indios auxiliares quiteños, y marcha bajo el mando de experimentados capitanes, como Jorge Robledo, Juan de Cabrera, Miguel Lope de Mu¬ñoz. A Belalcázar y a su tropa acompañan los elementos adquiridos por este para tal campaña, en San Miguel, con «todo el oro y la plata que había fundido en Quito», el cual tomó Belalcázar de las arcas reales, como se desprende de lo consignado en Acta de Cabildo de 25 de Junio de 1.535, en concordancia con lo expresado por el Licenciado Gaspar de Espinosa.

Las tropas de Belalcázar avanzan POR EL MISMO CAMINO DE PEDRO DE AÑASCO Y DE JUAN DE AMPUDIA, que les precedieron, el cual es «inconfundible», ya que la ruta está «marcada» por los incendios de poblados indígenas, el arrasamiento de sus sementeras, los cadáveres de los aborígenes, y demás depredaciones, frutos del pillaje de las tropas al mando de los capitanes que les antecedieron por el camino hacia El Dorado, quienes han dejado  su «imborrable huella» por el CAMINO DE LA DESOLACIÓN, como lo denominó un cronista de la época. Belalcázar, en seguimiento de Añasco y de Ampudia por idéntico camino por el cual estos le precedieron, y sin variarlo en lo más mínimo, llega a Arroyo hondo, en tierras del Ca¬ique Petecuy, hacia el 5 de Abril de 1.536, cuando los españoles se habían anticipado a la celebración de la Semana Santa, en por lo menos siete días.

El derrotero seguido por Añasco y Ampudia, quizá por Junio a Ju¬lio de 1.535, cuyas huellas continuó Belalcázar, fielmente, por Marzo de 1.536, fue denominado por el Marqués Pizarro como LA VÍA DE LEVANTE, según lo expresa la Provisión de 1 de Noviembre de 1.535, fe¬chada en Lima y dirigida a Belalcázar, en la cual consigna: «… soy informado que como tal mi Teniente en nombre de Su Majestad y en mi lugar enviasteis a los Capitanes Pedro de Añasco y Juan de Ampudia con gente la vía de levante a descubrir tierras de que se tenía noticias…».

Esta «vía de levante o del ORIENTE, es la misma que siglos después seguirán, en su primera parte, en el llamado «camino de El Dorado», los caucheros que de Ipiales marchan al bajo Putumayo hasta las cabeceras del rio Guamués, y, en su segunda parte, las tribus aborígenes que, abandonando el valle de Sibundoy, emigran para establecerse en las regiones de Tajumbina y del Apon¬te, sitio éste último donde permanecen hasta nuestros días.

El anteriormente descrito «camino de El Dorado» fue el seguido por las tropas de Añasco y Ampudia, por el cual, desandando su marcha, el guía chibcha, o chica como lo prefieren algunos cronistas, los guiaba hasta su nativa Cundinamarca, en donde reinaba su señor el de Guatavita. Una antigua tradición, recogida por el cronista Antonio de Herrera, refiere que el cacique de Guatavita, cuando el alzamiento de su sometido y servidor el Ubzaque Bogotá, envió comisionados al rey de los Quitus, Athauallpa, en solicitud de auxilios para debelar la insurrección; mas, cuando tales comisionados llegaron a su destino se estaba efectuando la batalla de Cajamarca; como uno  de ellos, de nombre Muequeta, escapaba de la muerte en la refriega, éste regresó a Quitu con Rumiñavi, en donde fue tomado prisionero, más tarde, en La Tacunga por Luis Daza y fue quien sirvió de guía a Añasco y a Ampudia.

Guiados por los comentarios que se trascriben en el Libro de Cabildos de Quito, denominado también como Libro Verde de Quito, en razón al color de la tinta con que hoy se conoce por el transcurrir del tiempo que siendo como fue negra o se ha tornado verdosa, podemos perfectamente deducir cual fue la ruta, el camino de los primeros conquistadores españoles a nuestro territorio, quienes llegaron hasta las márgenes del rio Guáitara en cercanías al actual límite de los municipios de Funes y Puerres para seguir hasta el valle de Sibundoy en el actual putumayo y luego continuar con su recorrido hacia el norte por la región de Cascabel en dominios del actual municipio de La Cruz al norte del departamento de Nariño.

Siendo así, los primeros conquistadores españoles no cruzaron por el valle de Atriz en su primera excursión. Todo indica que fue posterior su ingreso a donde hoy se ubica la ciudad de Pasto que en un principio se denomina la Villaviciosa de La Concepción, como se verá y analizará en su oportunidad a más amplitud.

Fuente: https://www.facebook.com/story.php?story_fbid=8035461616470594&id=100000205075290&mibextid=o8wo0F