Por: José Vicente Cortés Moreno
Culturas que vinieron de mesoamérica, a principios de la era cristiana penetraron por los ríos Patía, Telembi, Mira y Mataje de la Costa del pacífico cruzando las cordilleras hasta la Amazonia. (Reichel, Dolmatcff y leyendas míticas de Males y Tescuales). En esta penetración debieron asentarse algunos grupos que se mezclaron con los chibchas que venían del norte y que para el año 800 d.C. se encontraban bien adaptados al medio andino nariñense y en la margen oriental del rio Guáitara en lo que Funes, Puerres, Córdoba y Potosí; hecho que es revelado por los yacimientos arqueológicos de la cultura Capullí. Posteriormente para los años de 1.250 d.C. se asentaron la cultura Piartal y finalmente la Tuza, ampliamente analizadas por las arqueólogas; Alice Francisco y Encarnación Moreno, 1972-74 en San Gabriel (Tuza); en Nariño: Lucia de Perdomo y Luisa Fernanda de Turbay 1974, Ara Marla Groot, Luz Correa y Eva Hooykos 1976 y finalmente Clemencia Plazas, María Victoria Uribe y el arqueólogo Roberto Lleras desde 1976 a 1978, con algunas diferencias en cuanto a la cronología de los estilos Capullí, Piartal y Tuza. Groot y Correa en 1976 investigaron 32 cementerios situados en mesetas, en colinas y en laderas de la región andina de Nariño; Plazas, Lleras y Uribe han investigado un número superior de cementerios al de las anteriores en lpiales, Pupiales, Córdoba, Funes y gran parte de la hoya del Río Guáitara a excepción de Puerres. Los huaqueros lpialeños: Silvio Ruano y hermanos, José Rosero y Nestor Mejía Huertas, han encontrado innumerables cementerios durante cuarenta años de excavaciones y estos últimos coinciden igualmente con María Victoria Uribe en que la etnia Tuza es una prolongación de la Piartal.
Las culturas que florecieron en los andes nariñenses no se desarrollaron aisladamente sino que estaban en contacto con otros pueblos de todos los puntos cardinales como indican los artículos de comercio hallados en las tumbas de las mesetas y los peculiares motivos artísticos que representan especies exóticas de faunas conocidas en la selva del pacifico, (Marla Victoria Uribe. Revista Colombiana de Antropología. Vol., XXI, pág. 172) o de la Selva del Amazonas como proponen las antropólogas ecuatorianas Lilian Benítez, y Alicia Garcés, y los colombianos: Gloria María Rivas y Armando Oviedo (El camino o la serpiente). Existe similitud con la cerámica del Cauca Medio y la Quimbaya (Ma. Victoria Uribe 1878).
En las tumbas de estilo capullí se han encontrado objetos de la cultura Tumaco y Cauca Medio que indica influencia de occidente, norte, sur y oriente. También hay influencia de los Incas de los cuales se hereda la lengua y la forma de construir los bohíos. (José Rosero y Silvio Ruano, huaqueros lpialeños). Con seguridad de la fusión de estos grupos resultó una cultura importante y fuerte como lo demuestran los yacimientos arqueológicos Capullí.
Las etnias Capullí, Piartal y Tuza de la tribu de los Pastos, se asentaron con -gran adaptación ecológica en suelo de origen volcánico y tectónico en el altiplano nariñense, entre las dos cordilleras y el Nudo de Huaca hasta el río Mira en el Chota (Ecuador ); con una climatología típica de meseta andina; “habían aprendido a convivir simbióticamente con la naturaleza: la energía solar, el agua, el aire y la tierra se integraban en un todo con los hombres para el natural y común disfrute. La tierra era la máxima expresión de unidad y convivencia. La madre tierra, no era una simple unión de términos, lo era todo ya que de ella provenía todo y a ella retornaba todo». (Carlos Pantoja Revelo, Macro visión geográfica, ecológica y demográfica de lpiales. 1987)
Los Pastos se identificaron con el medio y aprovecharon sus influencias benéficas en la agricultura; de los períodos lunares hicieron el núcleo de sus manifestaciones anímicas y culturales. Fueron conductores de una cultura lunar, de ahí la representación simbólica de este cuerpo celeste en variadas y bellas secciones de orfebrería para atavíos corporales como la media luna en la nariz y otros elementos de utilería por esta razón los incas los denominaron «Quillacingas”(quilla=luna, lnca=señor).
En los complejos cerámicos lo mismo que en todo el material arqueológico se sintetizan y reflejan como en un espejo, con caracteres propios, los grados de desarrollo material y cultural alcanzado por los Pastos; en la orfebrería: las narigueras, las placas para adornar vestidos, escudos, pectorales, colgantes de orejeras y adornos frontales, etc., instrumentos musicales como pitos, ocarinas y flautas, herramientas y textiles; todo se trabajó con técnicas refinadas. En los metales, además del oro se trabajó el cobre, la plata y sus aleaciones. La presencia en la cerámica, en la orfebrería, y utilería de representaciones de monos de cola larga y serpientes, no sólo denotan la movilidad social y cultura de los Pastos sino de alta división social del trabajo alcanzada mediante la convivencia armónica productiva en un medio volcánico y tectónico con escasos seis siglos de evolución.
La riqueza y la gran cantidad de familias tribales, convirtieron a los Pastos en una nación. El trabajo conjunto denominado “Minga», muestra no sólo la amplitud de las obras emprendidas para beneficio comunitario sino la organización social que hablan alcanzado. La técnica de las tolas es una muestra de las obras comunes realizadas para organizar las aguas de riego a la vez para construir centros comunitarios. “Los Pastos eran una nación integrada por parcialidades o pueblos confederados». (Carlos Pantoja Revelo, Macro visión geográfica, ecológica y demográfica, lpiales, 1987).