
En la historia de América y de Colombia, es triste contemplar sus páginas porque están marcadas por las guerras fratricidas y de combates infructuosos.
A fines de 1899 estalló la “Guerra de los Mil Días” o de los tres años en territorios santandereanos y en la costa Atlántica, y luego se extendió a todo el país, enfrentando cruentas batallas, como la de los Obispos, cerca de Gamarra; la de Bucaramanga, la de Parolonso cerca de Cúcuta y la batalla de Palo Negro y por qué no se ha de incluir en la historia nacional el combate del 20 de septiembre realizado en las goteras de la cabecera municipal de Puerres, que puso fin a esta sangrienta guerra, con la muerte del revolucionario Avelino Rosas.
El enfrentamiento de los ejércitos empieza el día 20 de septiembre a las cinco de la mañana. El general Rosas había comenzado la ofensiva (con 700 liberales), cubriendo los puntos estratégicos sobre el margen del río Tescual hasta San Juan, en donde estaba reforzado por las compañías de Simón Zarama, Floresmilo Suárez y Ramón Rosero.
Después de una intensa balacera, los rebeldes habían desalojado a los enemigos (9 a.m.) de los puntos Tescual y las líneas de atrincheramiento; sin embargo, las fuerzas legítimas (tenían 3.900 gobernistas) formaban una muralla incontenible en las cercanías de la población de Puerres, que al enemigo le fue imposible vencer.
Aquí fue donde el general Rosas se lanzó al ataque abandonando su cabalgadura y con su fusil en mano emprendió la ofensiva, coronando una pequeña altura en el sitio del combate (seguramente entre La Laguna y Tescual) en donde una bala enemiga le atravesó el fémur, encima de la rodilla de la pierna izquierda, que no le permitió movilizarse. Ante esta situación, sus compañeros conscientes de la encarnizada lucha, desafiando el peligro, lograron alojar al general Rosas en la primera casa que encontraron.
Por otra parte, el flanco en el punto de San Juan, considerado sitio estratégico para ambos ejércitos fue la más frontal lucha y ataque para ambas fuerzas, pero decisivo para las fuerzas de gobierno; que lograron vencer, no únicamente en este lugar, sino en los puentes de Huertas y La Laguna sobre el río Tescual.
Al respecto del triunfo, el general Gustavo Guerrero manifestó:
“Nuestro ataque de flanco contiene tendencias a tomarle la retaguardia, era de tal modo activo, que no quedaba ya en su línea, desde luego bien avanzados contra los nuestros de la extrema izquierda, sino que retroceden y huir buscando su salvación hasta donde fuera posible alcanzarla”.
El general Rosas, jefe supremo de los ejércitos liberales, fue tomado prisionero por los conservadores en la casa en donde estaba alojado después de ser herido. Lo llevaron a la población a espaldas de un indígena conocido con el apodo de “Juan Jarro”. En el camino, Rosas confesó al general Floresmilo Zarama que él tenía en su poder que era el jefe de la revolución. Zarama le dio un trato generoso y lo alojó en la casa de María Sánchez, lugar donde murió. El historiador y escritor presbítero José María Arteaga, párroco de Puerres, a la sazón de la contienda, manifiesta: “rosas murió como católico, lo mismo que su secretario José María Caicedo de Sapuyes”.
En cambio, el presbítero José Manuel Bravo con respecto a la muerte de Rosas, dice: “Me aproximé al aposento, penetré sus umbrales, miré a Rosas tendido en el lecho. Al verme me saludó cortés y atento. Esto bastó para borrar en mí las ideas preconcebidas”. Desde este instante, el cura tomó confianza, Rosas le solicitó confesión y que le visite con frecuencia, porque pensaba que no iba a morir. Luego, entraron en conversación particular, pidió un vaso de agua, una almohada, se arrepintió de los errores del liberalismo y de la secta masónica. Murió como un cristiano invocando en su voz a: “Jesús, María y José, en tus manos encomiendo mi espíritu”. En su protesta les dijo: “Adiós… renuncio ser vuestro compañero del error: soy ya de los que militan bajo el estandarte de la Cruz”.
La Guerra de los Mil Días terminó en Puerres con la muerte del General Avelino Rosas. Este acontecimiento fue uno de los provocados por las clases dominantes, por la disputa del poder y por defender asuntos celestiales en la medida en que no estaba de acuerdo sobre cuestiones de este mundo, sobre la apropiación de la tierra y sobre ciertos mecanismos de poder. En esta guerra fratricida también estuvo en juego las relaciones entre iglesia y Estado, los bienes de la iglesia, ciertas fuentes fiscales y el sistema de educación.
El desastre hasta fines del siglo XIX y comienzos del presente siglo, se desarrolló entre pugnas de poder entre los partidarios del Statu-quo (conservadores) y los que querían una adaptación social acorde con el capitalismo mundial (liberales). En esas circunstancias, Puerres fue escenario de la guerra de los Mil Días, dejando ciento de muertos, viudas, niños huérfanos, sembró el terror, el hambre, la miseria, la desolación y la pugna entre hermanos.