Por: José Vicente Cortés Moreno
Los asentamientos de la selva amazónica se comunicaban con los de la jungla del Pacífico, pues las huellas de los caminos, las amistades y los mitos recogidos entre los antiguos indígenas, dejan ver claramente que estas relaciones se llevaron a cabo durante todo el tiempo; confirmando que existió un pasado de origen amazónico posiblemente de raigambre Kofan. Taylor, sostiene que existía una continuidad cultural entre la región amazónica del sur y la sierra, antes de la llegada de los incas. La posterior dicotomía entre pueblos selváticos y andinos viene a ser un producto histórico que se inicia con la expansión inca y se consolida con la conquista española. (Lilyan Benitez -Alicia Garces. Culturas Ecuatorianas Ayer y hoy. Ediciones ABYA- YALA.pág 113 NO. 3.7 , Quito, 1993)
La Arqueología y la Etnohistoria, han podido establecer que las sociedades preincaicas, ubicadas en el territorio del actual Ecuador y Sur de Colombia, desarrollaron sistemas de intercambio que pusieron en relación los tres entornos geográficos: Costa, Sierra y Amazonia. De esta manera, estas poblaciones accedieron a los recursos localizados fuera del piso ecológico que les era propio y a la vez establecieron relaciones más allá del parentesco.(Deler y otros, 1983).
Los intercambios en lo que hoy es el departamento de Nariño se dieron hasta principios del siglo XX . Saulo Cortés Carlosama relató en 1960: «que su abuelo Adán Carlosama tenía amigos en la alta Amazonía y que en muchas oportunidades cruzó la Cordillera siguiendo el camino de Alpichaque (hoy Guamuez) hasta llegar a orillas del Río Chingual y siguiendo aguas abajo hasta el Río Aguarico y de allí por éste en canoa hasta donde estaban los «compadres Cofanes» (posiblemente en el Río Napo), los Canchalas también tenían amistades con Seonas de las partes altas del Putumayo”. «En uno de estos viajes, un amigo de su abuelo murió ahogado en el Río Aguarico por este motivo se suspendieron los viajes; él recordaba que cuando tenía 14 años (1934) vinieron los indios a visitarlo trayendo regalos; evocaba que le dieron de beber un brebaje y según ellos era “yajé” que al tomarlo le produjo efectos visionarios; a él lo escogieron por ser único nieto varón. El adolescente no vio nada hacia el futuro, pero, todas las cosas que estaban a su alrededor se convertían en serpientes y animales extraños que nunca había visto en su vida, como gallos con siete cabezas. Al narrarles lo que había visto le contestaron que le faltó más valor para resistir la dosis, pero, su abuelo quedó altamente agradecido de los «Compadres Kofanes». En otras oportunidades su abuelo Carlosama viajaba a Barbacoas y traía mercancías para llevarlas al Guamuez. Lo anterior demuestra que existía una tradición de relaciones Selva amazónica-sierra-Costa del Pacífico de vieja data con los Kofanes y Sindaguas de la provincia de Barbacoas; además las figurillas de la cultura Tumaco y las prendas de oro encontradas en las tumbas están reafirmando esta relación.