Por: Anibal Arévalo Rosero
La región que hoy corresponde al departamento de Nariño recibió una incidencia muy importante del Imperio de los Incas, en su etapa tardía. Mientras gobernaba Huayna Cápac el Tahuantinsuyo se extendió hacia el norte, llegando a tener dominios hasta el río Angasmayo. En este proceso tuvieron que enfrentarse los Pastos y Quillacingas, logrando la victoria sobre los Incas. Finalmente, el Imperio Incaico estableció sus dominios esta zona.
El sapa inca Huayna Cápac tuvo varios hijos, y, como se acostumbra en las dinastías imperiales, el emperador hereda su poder para sucederlo en favor de su primogénito. En el caso del incario, el elegido correspondía al que mejor desarrollaba sus capacidades para la guerra y la política. Por lo tanto, mientras estuviera en vida el sapa inca, compartían el poder con el heredero, formado una diarquía, en este caso con Ninan Cuyuchi.
Enterado de las rebeliones y negativa de algunos pueblos de pagar los tributos al incario, como los cañaris y los punás, se dirige en compañía de Ninan Cuyuci a sofocar levantamientos y conquistar nuevas tierras hacia el norte del Tahuantinsuyo. Es cuando se decide hacer un reparto territorial en favor de sus hijos; correspondiéndole a Huáscar el Cusco y a Atahualpa, Quito, ciudad de donde se afirma nació este último.
En el año de 1513, Huayna Cápac decide enviar lo más granado de sus tropas a conquistar a los Pastos (Past Awá o “gente escorpión”), grupo étnico que ocupa los territorios de la actual provincia del Carchi, en Ecuador, y el departamento de Nariño, en Colombia. Las tropas incas vienen con el convencimiento de que será fácil el dominio sobre estos pobladores.
Logran, aparentemente, derrotar a los pastos. Pero mientras los incas celebran el triunfo en la noche, los pastos atacan ferozmente, logran derrotarlos, produciendo un gran número de bajas entre los incas.
En su carácter de persistencia del Imperio Incaico, Huayna Cápac decide triplicar el número de sus tropas para garantizar el dominio de los Pastos y los Quillacingas (hombres de la luna); sólo así se logró anexionar nuestro territorio al Tahuantinsuyo. Se reconoce entre los Incas las estrategias de guerra empleadas por Ninan Cuyuchi y Atahualpa. Por las tropas de los ‘hombres con nariz de luna’ se destacan los aguerridos caciques Capusigra y Tamasagra.
El Tahuantinsuyo se originó en el reinado de Pachacutec, quien enfrentó a los aguerridos chancas. Se extendió hasta la Polinesia con Túpac Yupanqui en su instinto de navegante; pero fue Huayna Cápac el que llegó al hoy departamento de Nariño, y fue su hijo Atahualpa el que gobernó, en su etapa final el Chinchasuyo.
De Atahualpa se dice que “fue un hombre con vivos razonamientos y con mucha autoridad”. Fue un pacifista por excelencia: a los pueblos que los iban a conquistar le enviaba emisarios para persuadirlos de que se sujetaran a la autoridad del Tahuantinsuyo; si no lo hacían voluntariamente, los sometían mediante la fuerza.
Huayna Cápac muere en 1525 de viruela, igual que Ninan Cuyuchi, pues los nativos no tenían inmunidad a estas enfermedades extrañas. Ya se rumoraba en el incario de la presencia de unos barbudos. Las enfermedades de los españoles se dispersaban antes de su llegada. La guerra civil incaica surge por desacuerdos entre los hermanos Huáscar y Atahualpa, en la cual éste resulta preso pero se escapa convirtiéndose en amaru (serpiente).
A la llegada de Pizarro a Cajamarca, Atahualpa lo espera con toda la diplomacia. Pero con el intento de cristianizarlo por parte del cura Vicente de Valverde, arroja el breviario al piso y se produce una masacre del 3.000 nativos. Una vez hecho prisionero Atahualpa juega ‘ajedrez’ con Pizarro y cenan juntos. Atahualpa le ofrece una habitación repleta de oro y dos más de plata como rescate para que lo deje libre, pero Pizarro no cumple con su palabra y decide matarlo, el 26 de julio de 1533, mediante la pena del garrote y la decapitación. Son 486 años del llamado primer secuestro del mundo y un acto traicionero del criador de cerdos.
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Legado en el departamento de Nariño
En el departamento de Nariño tenemos muchas evidencias de la presencia del Imperio Inca. En de Pasto tenemos una estatua en el sector de la avenida Champagnat, que fue donada por la colonia ecuatoriana residente en la ciudad. Los ecuatorianos nos donaron esta escultura como una evidencia de que nuestros vecinos le profesan una gran admiración al general incaico.
Entre los vestigios que cobran mayor valor podemos observar la ciudad perdida de Chitarrán que se encuentra en Chapal de Funes, con una muralla en piedra de aproximadamente 200 metros de extensión. Ahí muy cerca se encuentra el río Angasmayo, con nacimiento en el municipio de Puerres y, luego de recorrer 38 kilómetros, desemboca en el Guaitara.
Por esta misma zona, conectando a la ciudad de Pasto, saliendo por Jongovito, continuando por Yacuanquer, Tangua, Funes, Puerres y saliendo a Ecuador por Potosí, se encuentra el camino panandino denominado el Qápac Ñan, que conecta con el Cusco, y, más hacia el sur con Bolivia, Argentina y Chile.
En el municipio de Pupiales, en la vereda Miraflores, hay un importante entierro de oro y piezas de cerámicas. Parte de ese oro se encuentra en el Museo del Oro del Banco de la República, otra en manos de particulares que saquearon para mantenerlo escondido o lo vendieron al exterior. Pero, quienes conocen bien las zona, dicen que este entierro de piezas de oro perteneció al sapa inca Huayna Cápac, que dicen lo mandó a esconder para evitar que los españoles lo echen en saco roto. Al parecer, aquí hay más oro que en el mismo galeón San José, o el oro del San José es de los incas.
Algo muy importante es que el legado de los incas pervive en Nariño; así lo notamos en aspectos religiosos como la celebración del inti raymi; las fiestas de las guaguas de pan de Obonuco y Jongovito; también el gusto por la música del charango, la flauta de pan, y las zampoñas es muy evidente. Está en el empleo de términos en quechua y quechuismos.
Así mismo, nuestra gastronomía es incaica, con el consumo del delicioso cuy, la quinua, el ají, el locro, la poliada, la chicha y diversas recetas que toman como base el maíz. Pero también los productos agrícolas que provienen de la zona sur del continente como la papa, las ocas, os ullucos, el ají, el tomate, el maíz.
Recordemos que las mingas en Nariño y el sur del país están muy vigentes, y esta es una forma de trabajo solidario en favor de la comunidad que practicaron los incas.
Ahondando en el estudio de esta forma tan importante de gobierno imperialista con tendencia al expansionismo, nos sirve para analizar los fenómenos actuales, donde un estado busca dominar a varios estados, el neoliberalismo, las alcabalas, los impuestos, las luchas imperiales por el poder, el derecho y la justicia.
El Tahuantinsuyo constituye un gran fenómeno universal que desarrollo una importante tecnología en la construcción de vías, viviendas, palacios y centros ceremoniales. Desarrollaron la astronomía, su calendario, medicina ancestral, la cerámica, entre otras. Y Atahualpa fue el último emperador inca del periodo prehispánico. Con la llegada de los españoles y la Conquista acabaron con todas las prácticas ancestrales, imponiendo la religión cristiana y violando los derechos de la población nativa. ¡Yo soy Atahualpa!
Fuente: https://pagina10.com/web/atahualpa-486-anos-el-imperio-de-los-incas-y-su-incidencia-en-el-departamento-de-narino/