Por: José Vicente Cortés Moreno
El poblamiento del «Nuevo Continente”, debió ocurrir en épocas muy remotas, y los primeros hombres que vinieron a América del Sur, sin duda pasaron inicialmente por suelo colombiano debido a la situación geográfica, Colombia era un paso obligado. Sin embargo, los datos arqueológicos acerca de esta etapa aún son muy escasos, pero sí, existe acuerdo general entre los arqueólogos respecto a ciertos hechos fundamentales. Así, el poblamiento inicial lo efectuaron grupos asiáticos que procedentes de Siberia, migraron por el estrecho de Bering a América y se dispersaron por el continente, entrando luego a América del Sur por Panamá y el océano Pacífico. En cuanto a fechas de ingreso existe desacuerdo entre los arqueólogos, al parecer, hace 14.000 o 13.000 años la mayoría de los grupos humanos se hallaban relativamente bien adaptados a los diversos medio-ambientes suramericanos. Los primeros pobladores que llegaron a lo que hoy es el territorio Colombiano durante la época del Pleistoceno se localizaron en la Costa Atlántica. Traían consigo una cultura muy rudimentaria; se reunían en familias extensas conocidas como bandas y vivían de la recolección de frutos silvestres, la caza y la pesca. (Reichel-Dolmatoff, Gerardo. Colombia Indigena. Periódo Prehispánico. Procultura S.A. 1982)
Fue un periodo más frio que el actual, dominado por las glaciaciones durante el cual extensas zonas carecían de bosques; la vegetación era de páramo con pajonales y frailejones; durante cortos periodos eran un poco más cálidos; se hallaban algunos arbustos y pequeños bosques; entre tanto se retiraban los hielos de los casquetes glaciares que, de acuerdo con sus necesidades locales, la población habla desarrollado facetas ecológicas por ejemplo convivían con caballos, venados, curies, mastodontes y perezosos.
Sus armas y artefactos, como cuchillos, puntas de proyectil, raspadores y golpeadores eran elaborados en piedra que conseguían cerca de sus refugios. En aquella época fue el material más apreciado por su fácil manejo, por su duración y por qué se conseguía fácilmente. Es seguro que se valieron de calabazos para transportar y almacenar líquidos. De los restos de su cultura material solo se conservan objetos hechos en piedra, hueso y concha; otros elementos sensibles a las condiciones del medio ambiente, (humedad, acidez del terreno) como madera y fibras vegetales, han desaparecido con el tiempo. (Reichel-Dolmatoff, «Excavaciones en los conchales de la Costa de Barlovento» en Revista Colombiana de Antropología, vol IV, Bogotá, 1955.pág 247-272)
Los primeros hallazgos prehistóricos como las puntas de proyectil en Colombia, son esporádicos y aislados sin que se supieran las circunstancias de su procedencia, pese a que la cronología geológica nacional está bien establecida. Gracias a los estudios realizados por Thomas van der Hammen se conoce la larga secuencia de periodos glaciales e interglaciares que abarcan la historia del último millón y medio de años además de la situación climática que permitirá analizar las condiciones de vida de los asentamientos. Aunque se han encontrado algunos artefactos líticos en Garzón (Huila) y la Sabana de Santa Fé de Bogotá que datan edades de 100.000 años a de C. no es posible afirmar con seguridad las fechas de los primeros asentamientos humanos en Colombia.
Al parecer, hacia el 3.500 a de C. aparecen en la Costa Atlántica los primeros asentamientos permanentes. Estos grupos vivían principalmente de la recolección de moluscos y por ello en las excavaciones hechas en Monzú, Puerto Hormiga, Canapote y Barlovento, se han encontrado grandes acumulaciones de conchas marinas. Complementan su dieta alimenticia con la pesca, la caza de pequeños animales y la recolección de vegetales y semillas que eran trituradas con machacadores de piedra.
La secuencia de los hallazgos arqueológicos de Valdivia y Machalilla en Ecuador y Puerto Hormiga, Monzú, Canapote y Barlovento en Colombia constituyen un eje fundamental de la prehistoria de este país, no sólo por que forma una escala cronológica detallada y continua, cue abarca desde 3.500años a. de C. sino porque en los últimos tiempos se ha producido un viraje en el rumbo de las investigaciones y en la interpretación de los hallazgos.(Reichel-Dolmatoff, «Escavaciones arqueológicas en Puerto Hormiga, en antropología, núm. 2, Bogotá, Universidad de los Andas, 1965.)
Parece que entre el cuarto y primer milenio a. de C. la Costa Atlántica, el bajo Magdalena y Cauca desempeñaron un papel fundamental en lo que se refiere a la creación y adaptación de pequeñas huertas y el establecimiento de la vida aldeana. En el interior del país no se dispone de muchos datos arqueológicos pero es posible que en el alto Magdalena, el Valle del Cauca, algunas zonas de Cundinamarca, la Amazonía y las laderas de las cordilleras se convirtieron en las tierras apropiadas para vivir. Los recursos de subsistencia cambian: tortugas, moluscos lacustres, caracoles de tierra, lagartos, iguanas, dantas, venados y comadrejas son los animales que encontraron los indígenas en estas regiones. Eventualmente, ya en el segundo milenio a. de C., adoptaron el cultivo del maíz, junto a una horticultura mixta, que finalmente se constituyó en un complejo andino de plantas alimenticias, incluyendo la papa. Al disponer de alimentos cerca de su vivienda, no se vieron obligados a desplazarse a lejanas tierras, practicando la caza para proveerse de carne y cuero. El trabajo se repartió: las mujeres cuidaban de los niños y del hogar, elaboraban las vasijas de cerámica y se encargaban de las sementeras; los hombres en cambio, cazaban, pescaban y alistaban el terreno para los cultivos (Reichel-Dolmatoff, & Alicia: «Escavaciones del Rfo Sinú» Rev. Colombiana de Antropología, vol V, Bogotá, 1956, págs 111-333.)