Las investigaciones documentales, los estudios arqueológicos y los testimonios culturales, demuestran la presencia de varios grupos humanos precolombinos en el actual departamento de Nariño. Entre estos encontramos: los Chinches, Apontes, Chapachicas, Abades, Telembíes, Pumas, etc.; pero que únicamente ampliamente fueron reseñados por el cronista Pedro Cieza de León las culturas Pastos y Quillacingas, por cuanto estas tenían una organización social, política, económica y religiosa que denotaba relevancia sobre los otros grupos. Aunque es difícil establecer una delimitación exacta de cada grupo, se cree que ambos habitaron la región andina de nuestro departamento.
Las mismas investigaciones arqueológicas, dejan abierta también la posibilidad de que los Pastos fueron en la zona, más antiguos de lo que se pensó. Esta posibilidad encuentra pruebas contundentes, reafirmantes en la dispersión física y lingüística, en el avance de la técnica de la manufactura, en el acabado y la decoración de las diversas manifestaciones materiales.
Al contrario, en el caso de los Quillacingas, es bastante probable que este grupo llegó en las postrimerías del periodo precolombino (posiblemente siglos XIV y XV) de la costa del Pacífico hacia los Andes. Entonces, no logró imponer su cultura por haber llegado en un tiempo relativamente corto y por poseer manifestaciones lingüísticas y materiales indefinidos; esta situación de desventaja los llevó tal vez a beneficiarse de la estabilidad de los Pastos.
Tal como se mencionó más arriba, que tanto los Quillacingas como los Pastos habitaron la región andina nariñense, se cree que fueron vecinos porque alcanzaron las riberas del río Guáitara, según el cronista Pedro Cieza de León (1535). Por otra parte, el presbítero Luis Alberto Coral bravo en su obra “Historia de Ipiales”, manifiesta que muchos han incurrido en el error de que los primeros pobladores de Ipiales eran los Quillacingas, argumentando que los Pasto hacían parte desde San Gabriel – Ecuador hacia el norte, comprendidas ambas orillas del río Guáitara hasta desembocar en el río Patía, comprendida la población de Yacuanquer hasta las goteras de la ciudad de Pasto.
Según estudios realizados por la doctora María Victoria Uribe sobre las prospecciones arqueológicas en esta región, da mucha luz, que de acuerdo a las características de la cerámica y los fundamentos de estudio sobre “La Historia natural y moral de los indios” de los años 1540 – 1609 de José de Acosta, también los primitivos pobladores ribereños al alto y medio Guáitara forman parte de la cultura de los Pastos. No obstante, manifiesta la doctora Uribe que los asentamientos indígenas de los Pastos se remontan a los 700 años d.C. y que en sus costumbres religiosas “ni comían carne humana ni ofrecían sacrificios de hombres como lo hacían los Aztecas, y no por memoria algo que oliese a pecado nefando”, primero fueron los Proto-Pastos quienes dejaron piezas de cerámica de alta tecnificación, que para darle duración y consistencia a la arcilla la desgrasaron con conchas molidas, ceniza y otras sustancias.
Sin embargo, Cieza de León nos relata (1535) que estas tribus no tenían oro, su cerámica y orfebrería había decaído por razones inexplicables, lo mismo confirma el cosmógrafo y cronista mayor de Indias, Juan López de Velasco (1574) que los indios Pastos se repartían en cuatro provincias, una de las cuales se llama la de los Pastos, Tierra Fría, es gente mal vestida y miserable.
Con respecto al análisis anterior, se piensa que la provincia de los Pastos a la presencia de los españoles, unos prefirieron huir o enterrarse con todas sus riquezas. Así lo muestra algunas exploraciones arqueológicas descubiertas en los últimos años.