
En el corazón de la selva
Por: Laureano Benavides Revelo (1964)
Entre un claro y amplio, demarcado por colinas verdes está un reducido vallecito. La rústica Capilla con sus milenarias campanas, expanden el eco como única voz de llamada. Allí en orden y alternadas… las sencillas casas, con sus techos y paredes de astillas de cedro dan libertad a un blanquecino humo como símbolo de vida en tan apacible lugar. Diciendo a extraños su abnegación y valor de aquellos héroes, que por primera vez pisaron, donde sólo la inhóspita selva era señora y reina.
Impresiona tal espectáculo, cuando el viajero hace la entrada por el Suroeste…. como si nos encontrásemos en uno de los mejores teatros y al abrir el telón…. allí la tenemos… Monopamba, “Llanura de monos». Cuna y barrera natural para los «Titís”. Allí reunidos presagiaban destrucción ante la luna llena; Al norte entre un copón de colinas, se deja contemplar aquella luz resplandeciente, proyectando tras nuestras espaldas gigantescos seres en movimiento; después de haber escuchado el rugiente temporal. A su lado milenarios y enfermos robles, agobiados de parásitas, mudos testigos de sus efímeras glorias. Envidiando siempre a los altivos e inquietos cañaverales, a los cafetos en cosecha, los platanales fructíferos y a los fiques que palmotean sus anchas hojas como símbolo de una próspera industria.
De clima cálido, húmedo despiadado, adherido al cuerpo en días de letal silencio al oído del explorador; de emociones, de rumores extraños que no se repiten; de silbidos, vibraciones, aleteos sutiles de vegetaciones anuarias zumbidos atrevidos de insectos, desde el tierno y quejumbroso débil violín hasta el ronco sonido de “bombos”.
Zigzagueo peligroso de X, cascabeles verdes, entre el fango y la maleza; del peso cauteloso de grandes animales. Monopamba, mimetizada, de viejos trapiches, al compás cansado de bueyes, giran y giran bajo la mirada curiosa del extraño; lugar de reuniones de comerciantes sencillos en una común feria dominguera. Tierra redentora de viejos y jóvenes, de gratos perfumes; gargantas cubiertas de flores silvestres. Del paso franco y tenebroso del Guamuéz y Sucio, tributarios fastuosos del Putumayo. Tierra de erguidos gigantes y soberbios garabatos a manera de arcos triunfales; espinas de acero, que hacen producir llanto a los niños y maldiciones a los adultos bajo el peso precioso de canastos.
Hoy en día, Monopamba, es el corregimiento del progreso, gracias al esfuerzo de INCORA que tendrá salida a los Alisales y Victoria, lugares también anclados en la selva; antes sumidos en somnolencias y olvidos… Hoy anhelos fervientes de una nueva transformación Sociológica y con derechos iguales a los demás objetivos del Gobierno para las colonizaciones y explotaciones, factor decisivo en una Economía en estado de DESARROLLO.
Pinceladas
Escribe: Efraín Córdoba Alban.
(Sobre la Biografia del Sr. Dn. Gonzalo A. Benavides. Fundador de Monopamba).
Este Dn. Gonzalo A. Benavides tan lleno de vida y tan bondadoso como todo individuo llevado de la mano por la buena fortuna, apuntó en este pícaro mundo el día 28 de octubre de 1901; vale decir que va con el siglo, con este maravilloso siglo XX que en mucho supera al del vapor y del buen tono. El solar de sus mayores y el de su alegre vivir fue Puerres, tierra de agro y de pan llevar. Aprendió bien pronto las primeras letras allá en sus andurriales y las segundas las sorteó con el buen suceso de una beca en la Escuela Normal de Pasto por las nonas de octubre de 1917, cuando el Instituto estuvo dirigido por Marceliano Márquez, varón altruista, generoso y sapiente.
GONZAVIDES, como lo llamábamos desde entonces, con entusiasmo y brío buscó siempre el camino de la superación. Froebel, Pestalozzi, el Padre Vídón y demás primates de la Pedagogía Moderna adornaron su agilidad mental. Serio y acucioso no dio pábulo a la disipación, y esto que andaba por allí en alegre camaradería con muchachos inteligentes como Moisés Pabón, Miguel Ángel Pérez y otros de bullicioso jaleo que hacían el papel de Dn. Juan en los días de salida.
Laboremus era la divisa, ya que para lo demás el tiempo derramaría su cornucopia de abundantes dones y oportunamente encontraría en el Toboso a su Dulcinea y correría la verbena con alegre donaire, como aconseja el ilustre señor De Montiel.
Bajo la experta dirección de don Enrique Martínez L., Director de la Escuela Anexa, pronto se familiarizó con las doctrinas de Martín Restrepo Mejía, Humanista y Filósofo de merecida fama, amén de maestro y literato de nota.
Pasado el tiempo de su formación didáctica y coronada la cima, ejerció la docencia en El Contadero, Samaniego, Puerres, Túquerres, Ipiales, Piedrancha y Ancuya. Por donde quiera supo colocarse a la altura de las circunstancias sin dar nunca brazo a torcer, y antes bien atraerse la estimación y el aprecio de todos por su don de gentes y su cosecha venturosa de doradas mieses.
Actualmente desempeña el cargo de Director de Prácticas Pedagógicas en la Escuela Anexa a la Normal de Pasto con lujo de competencia ante la mirada avisora de tirios y troyanos.
Así y todo, una labor al servicio de la docencia; esto es toda una vida consagrada sin interrupción a la ardua tarea de dialogar, como Sócrates en el Pórtico, con tantos discípulos, amados unos, reconocidos otros y no pocos ingratos.
Aneja a esta actividad tiene otras que le dan mérito de ciudadano activo y progresista. Creador de escuelas veredales en Puerres; organizador de mingas para la apertura de caminos vecinales y, como caballero de rompe y rasga, fundador de Monopamba, hermoso burgo que demora a poco andar de Puerres; hoy Monopamba es cabecera de corregimiento.
En su haber intelectual prepara para la publicación varias obras: Biografía de Santo Tomás de Aquino. Interpretación de los Estudios Sociales para Bachillerato (primeros años), Conferencias Pedagógicas y su valiosa Geografía de Puerres. Puso su grano de arena para la construcción del Templo nuevo de Puerres; y en el de la reedificación del de Piedrancha; alentó con su entusiasmo el montaje del puente Doña Ignacia, destruido hace poco por el desbordamiento de las aguas del río Tescual represadas en sus cabeceras.
Amplio y efusivo al primer pronto, GONZAVIDES vive siempre en trance de prestar su servicio o acercarse a una oportuna cooperación. Tiene entre ceja y ceja el engrandecimiento de su patria chica y por eso no para mientes en todo aquello que a su progreso atañe. Enamorado de la agricultura, sabe todo lo que a la siembra se refiere para aprovechar el éxito del ciento por uno; no conoce la mentira y aspira dejar a sus hijos el mejor legado que heredó de sus ascendientes: la honradez; católico teórico y práctico a macha martillo, razonador y piadoso, todos los años acude desde donde se encuentre a Puerres a celebrar la fiesta de San Francisco y a repartir el pan o limosna a la multitud amiga que le rodea.
Vuelto a casa, la brega lo espera y con el entusiasmo de todos los días es afable, diligente y cordial.
Si la vida es dura y el porvenir incierto, amigo Gonzavides, da tu dolor al olvido, como dice Emilio Carrer en la Musa del Arroyo, y busca en el amor a Dios que todo lo da y en el servicio al hermano prójimo que nunca agradece, toda la sabiduría posible para exornar los postrimeros días de esta vida que se nos va de las manos para siempre jamás como una lotería del cinco y seis. Si en esto meditas vivirás en paz y no sentirás ninguna amargura por nada de lo perecedero, frívolo y banal.
Tú como persona que las tiene todas consigo misma, debes saber que nada importa que ante tu vista triunfe la mala crianza con su lenguaje de carretero; que se de manos a la gente culta y bien nacida; que al libidinoso se le corone de pámpanos como un dios pagano; que se aplauda al necio; que se le dispensen los honores a la mediocridad, y, en fin de fines, que en el aietreo de esta lucha por la vida todo ande manga por hombro.
Vive tu vida como la vive todo hijo de vecino sobre los rieles de los sanos propósitos y las buenas acciones. Pero si en algo te incomoda el mundo que te rodea, piensa con Manuel Machado: «cantando la pena, la pena se olvida». Y otro, si: buscas el centro de gravedad de tu YO sicológico, superarlo todo equivale a situarse más allá del bien y del mal, según el pensamiento Nielchano. Y entonces, qué significan el dolor y el placer? Polos opuestos de la vida consciente que se enrumba hacia un destino ineluctable: la muerte.
Razón tenía Dn. Quijote cuando le decía a Sancho: todas las cosas tienen remedio sino es la muerte debajo de cuyo yugo hemos de pasar todos mal que nos pese al terminar de la vida. Y con esto, amigo Gonzavides, que Dios te guarde de las intenciones del bajísimo, pues en ocasiones este súcubo se emperejila a la dernier para seducir incautos. Yo sé que tú no tienes un pelo de tonto; sin embargo, en más de una ocasión salta la liebre y entonces se ha perdido todo.
Por el Santo de tu devoción creo que esto no sucederá. Que así sea para regocijo de los tuyos y la entonada alegría de quien esto escribe.
EFRAIN CORDOBA ALBAN