Por : José Vicente Cortés Moreno
En los dos últimos milenios a. de C. parece que las costas fueron centros importantes de desarrollo de la vida aldeana. Es muy probable que unos 500 años a. C. se dieran influencias mesoamericanas procedentes de México y Yucatán llegando a la Costa del Pacífico y penetrando al interior del país, a través del Rio Patía y Mira. Se ha encontrado parecido entre estas culturas y la nuestras, especialmente en nombres y complejos cerámicos; se reseña la sorpresa que Simón Bolívar se llevó cuando cruzaba la región del altiplano nariñense, al preguntar por el nombre de los nevados: Chiles y Cumbal, al instante asoció con «Chilan Cambal”, nombre de un indígena amigo suyo en Centro América y lo mismo se pudiera decir del parecido con la cerámica que en los últimos años se ha encontrado en el Ecuador. (DOLMATOF, Gerardo, Congreso. Internacional de Americanistas, San José, vol Il, San José Costarica, 1958.)
El poblamiento fue gradual en los valles interandinos y faldas de la cordillera; se supone que los pueblos que venían del norte, utilizaron el callejón interandino de la meseta nariñense. Desde época pasada se notó la influencia peruana, extendida hacia el norte por la vía andina penetrando a Nariño.
El desarrollo del cultivo del maíz permitió a los pobladores retirarse de las zonas ribereñas, lacustres y de la selva amazónica para extenderse sobre las laderas del sistema andino nariñense. Al ocupar regiones tan accidentadas, siempre en búsqueda de tierras propicias para sus cultivos, los grupos tribales se dividieron en unidades sociales más pequeñas con nuevas formas de adaptación que se caracterizaron por su diversidad, su notable regionalismo y elaboración de instituciones económicas, sociales y religiosas.
La domesticación de plantas y animales fue algo realmente trascendental para aquellos grupos humanos que empezaron a practicarla. El aprovechamiento de los recursos agrícolas favoreció el crecimiento de la población y se hizo necesario una nueva forma de organización social. De una sociedad igualitaria se pasó a una sociedad jerarquizada donde el poder lo detentan quienes se destacan por su audacia, valor, habilidad y conocimientos; caciques, sacerdotes y administradores políticos ejercen el control social, religioso y económico sobre el resto de la población y, en este pequeño sector de la sociedad se acumulan grandes riquezas.
En poco tiempo, hacia el siglo I d. de C., los territorios originales de las tribus se hablan saturado por el crecimiento de la población y se dieron compromisos por las alianzas entre grupos vecinos. Entonces se inicia la colonización de las faldas y vertientes de las cordilleras. Estas tierras especialmente fértiles, con mejores condiciones de lluvias durante el año, con climas templados e irradiación moderada, permitieron el cultivo intensivo de granos, en especial el maíz, los cuales con un esfuerzo igual al exigido para el cultivo de raíces, producirían una gran cantidad de comida almacenable. Los excedentes agrícolas implican entonces, que los pequeños caseríos dispersos deban agruparse en torno a los centros de producción y distribución; según los hallazgos arqueológicos estos centros Protopastos estuvieron en lpiales, Pupiales y Tuquerres; en Pasto y La Cruz para los Quillacingas y en otros lugares los Abades y los Sindaguas; esto originó que los núcleos de población requirieran obras públicas como sistemas de control de aguas, irrigación, drenaje, caminos y puentes. Allí se establecen también los mercados y se centraliza la administración, surgen entonces los Cacicazgos o Señoríos. Durante este momento histórico es más acentuada la división del trabajo y la estratificación social. Además de los que detentan el poder, se destacan los guerreros, sacerdotes, comerciantes y artesanos; estos últimos dedicados a labores como la alfarería, orfebrería y elaboración de tejidos; la base de la pirámide social en numerosos grupos estaba constituida por esclavos.(DOLMATOF, Gerardo, Congreso Intemacional de Americanistas,San José,vol ll, San José Costarica, 1958.)